Colchón de agua
El colchón de agua data ni más ni menos que de la época persa, hace alrededor de 3000 años. Por aquel entonces se llenaban pieles de cabra con agua para dormir encima de ellas. Estos primeros colchones de agua permitían además refrescar o calentar, ya que en función de la necesidad se rellenaban con agua de manantial o con agua expuesta al sol durante las horas de sol. A pesar de la antigüedad del invento, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando se recuperó su uso y en 1885 cuando se comenzó a fabricar en serie. Muchos médicos recomendaban su uso para determinadas dolencias traumatológicas, sin embargo, al no estar probados científicamente sus beneficios, nunca llegaron a generar demasiado interés.
A grandes rasgos los colchones de agua se diferencian en dos categorías principales:
– Hardsider (con estructura de cama fija)
– Softsider (sin armazón)
Sobre el núcleo de agua está la tela de cobertura superior o la funda con cremallera. Los materiales y calidades de fundas son muy amplias y abarcan desde el modesto rizo hasta materiales multifuncionales.
Existen muchos prejuicios sobre los colchones de agua. Muchos tienden a pensar que son para usos con fines eróticos, los ven poco seguros, creen que se calientan demasiado por las noches o los ven como un peligro por su enorme peso. Quien haya dormido alguna vez en un colchón de agua, sabe que estas creencias son infundadas. En 80 % de los casos los compradores de un colchón de agua son personas con dolencias de espalda.
En contra de la creencia popular, no es posible reconocer una cama con colchón de agua a primera vista: están revestidas exactamente como el resto de colchones y hace tiempo que los avances han hecho que no emitan ruido alguno.
Un colchón de agua de matrimonio pesa alrededor de 800 kg, considerablemente más que un colchón normal, lo que supone una carga de unos 150 kg por metro cuadrado y no supone ningún riesgo en ningún tipo de vivienda. La mayor desventaja de los colchones de agua es la cantidad de energía que requiere mantener su temperatura ideal de 28º. A pesar de las modernas tecnologías de ahorro energético, el mantenimiento de un colchón de agua es sin duda más costoso que el de un colchón convencional.
Aunque no está muy claro el beneficio objetivo de colchones de agua, sus defensores sostienen que se alcanza un sueño mucho más profundo y un notorio alivio en la espalda. Estos argumentos se contraponen a los gastos elevados y los esfuerzos necesarios para su conservación y mantenimiento.
En el año 2002 investigadores alemanes realizaron un curioso estudio: en un ensayo con cerdosofrecieron a los animales colchones de agua templados, paja, suelos de piedra y suelos goma. El 99 % de los ellos eligieron los colchones de agua. El resultado fue que estos animales resultaron tener menos lesiones y crecieron pesando más.
La mayoría de expertos en la materia reconoce que un colchón de agua proporciona suficiente apoyo al cuerpo y también la espalda, siempre que esté correctamente ajustado. Como en caso de los colchones ordinarios, también los colchones de agua ofrecen diferentes grados de dureza.
El colchón de agua también puede ser una elección acertada en el caso de alergias, ya que al contrario que el colchón tradicional, la superficie de es de vinilo y fácilmente lavable, lo que hace que se mantengan libres de ácaros de forma sencilla.